Un herrero tenía un pequeño perro, que era un gran favorito para su amo, y su compañero constante. Mientras él martilleaba sus metales el perro permanecía dormido; pero cuando, por otra parte, el herrero iba a la comida y comenzaba a comer, el perro se despertaba y meneaba su cola, como pidiendo una parte de su comida.
Su amo un día, fingiendo estar enojado y golpeándolo suavemente con su palo, le dijo,
-¡Usted pequeño holgazán desgraciado! ¿qué le haré? Mientras martillo en el yunque, usted duerme en la estera; y cuando comienzo a comer después de mi trabajo duro, usted se despierta y menea su cola pidiendo el alimento. ¿No sabe usted que el trabajo es la fuente de cada bendición, y que ninguno, sólo aquellos que trabajan tienen derecho a comer?-
Quien no trabaja, no come.
Tomado de Cuentos y Fábulas en Sternet
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