Aunque el toro cavó en las paredes con sus cuernos, se cansó antes de que pudiera alcanzar al ratón, y poniéndose de cuclillas, se quedó durmiendo fuera del agujero.
El ratón se asomó, se arrastró furtivamente hacia su flanco, y mordiéndolo otra vez, se retiró de nuevo a su agujero.
El toro se levantó, y no sabiendo que hacer, quedó tristemente perplejo.
Entonces el ratón dijo,
-Los grandes no siempre prevalecen. Hay momentos cuando los pequeños y humildes son los más fuertes para hacer sus actuaciones.-
Nunca desprecies el valor de los pequeños.
Tomado de Cuentos y Fábulas en Sternet
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