Un pastor, mirando a su asno que se alimentaba en un prado, fue alarmado de repente por los gritos del enemigo. Él apeló al asno para huir rápido de allí junto con él, no fuera que ambos pudieran ser capturados, pero el animal perezosamente contestó: -¿Por qué debería correr yo? ¿Piensa usted que probablemente el asaltante colocará en mí dos juegos de sillas?-
-No- contestó el pastor.
-Entonces,- dijo el asno, -mientras llevo la silla, ¿qué me importa a quien llevo encima?-
En un cambio de gobierno, un cambio sin importancia no va nada más allá del cambio del nombre del mandatario.
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