El rosal le contestó:
-En efecto, querido amaranto, doy flores,¡pero para una breve temporada! Y si ninguna mano cruel las desprende de mi tallo, aún así fallecerán tempranamente. Pero tú eres inmortal y nunca te descoloras, y siempre te presentas con renovada juventud.-
En vez de envidiar virtudes ajenas, veamos primero las grandezas de las nuestras.
Tomado de Cuentos y Fábulas en Sternet
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