--Ha llegado el momento en que debo pedir a todos mis vecinos que me ayuden con la cosecha.
Una de las alondras jóvenes oyó su decir y lo relató a su madre, preguntándole a que lugar deberían moverse para su seguridad.
--No hay ninguna necesidad para moverse aún, mi hija-- contestó; --el hombre que busca a sus amigos para ayudarle con su cosecha no está realmente preparado.
El dueño del campo vino otra vez unos días más tarde y vio que el trigo empezaba a mostrar exceso de madurez. Él dijo,
--Vendré yo mismo mañana con mis trabajadores, y con tantas segadoras como pueda alquilar, y entraré a cosechar.
La alondra madre al oír estas palabras le dijo a sus hijas,
--Ahora si es el momento para partir, mis pequeñas, ya que el hombre sí lo hará esta vez; él ya no pedirá a sus amigos manejarle su cosecha, sino que cosechará el campo él mismo.
Si quieres que lo que planeas salga como tú quieres, manéjalo tú mismo.
Tomado de Cuentos y Fábulas en Sternet
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